Durante su tiempo como Nuncio Apostólico, Monseñor Prevost (quien en ese entonces no era aún Cardenal) actuó como representante diplomático de la Santa Sede ante el gobierno dominicano y como enlace entre el Papa y la Iglesia Católica local.
Las funciones de un Nuncio Apostólico generalmente incluyen fortalecer las relaciones entre la Santa Sede y el Estado, seguir de cerca la vida de la Iglesia en el país, comunicar las directrices del Vaticano y colaborar en el proceso de nombramiento de obispos.Aunque los detalles específicos de todas sus actividades durante este período en la República Dominicana no son de dominio público a través de las búsquedas realizadas, su labor se enmarcó dentro de las responsabilidades propias de un representante pontificio en el país caribeño.
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